Guitarra, letras, fotografías y otras inquietudes. Contacto, comentarios y sugerencias: cedarviglietti@gmail.com
miércoles, 19 de diciembre de 2012
miércoles, 21 de noviembre de 2012
SANTA CECILIA Y EL DÍA DE LA MÚSICA
Cecilia tocando el laúd acompañada por un ángel.
Historia verdadera con un poquito de humor.
Los
músicos festejamos el 22 de noviembre el Día de la Música ya que la Iglesia
Católica y la Ortodoxa celebran a Santa Cecilia que ha quedado en el calendario cristiano como Patrona de la Música.
Cecilia
fue una joven romana de confusísima historia que en realidad nada tuvo que ver
con la música y que vivió –aparentemente– entre los años 180 y 230 después de
Cristo. Cuanto más se intenta investigar sobre la vida de esta joven más
confusa se hace su historia al extremo de que se puede dudar de su existencia.
Por una parte se habla de una tal Cecilia martirizada y muerta en la isla de
Sicilia, muy al sur para ser tomada en cuenta; también se habla de una Cecilia
africana pero como se corre el riesgo de que haya sido negra y eso a la iglesia
no le gusta… mejor abandonemos estas pistas y vayamos a otras más al norte.
Dos
versiones contradictorias y sin mayor documentación concurren para hablarnos de
esta romana que vivió –siempre aparentemente– en los tiempos del emperador
Marco Aurelio. Una versión sencilla y de bajo perfil nos cuenta que Cecilia,
muchacha de un barrio romano, se había enamorado de un joven de nombre
Valeriano y estaba lista para casarse con él. Pero hete aquí que Valeriano
tenía un hermano de nombre Tiburcio, enamorado también de Cecilia y que no
estaba dispuesto a consentir el matrimonio de la joven, por lo que en un ataque
severo de celos mata a la muchacha romana para evitar su casamiento. No es difícil
imaginar que luego de cometido el crimen Valeriano se enfrentara a su propio
hermano y terminaran ambos muertos cerrándose así una más de tantas tragedias
amorosas muy de los italianos... perdón… romanos.
Cecilia ahora con una viola da gamba.
Hay
otra versión, ésta mucho más noble y donde se asoma la mano de la Iglesia
Católica que rápidamente retoca algunos detalles y compone una fea situación
mundana en una historia de buena progenie de la cual nadie se puede avergonzar.
Claro, esta nueva y digna historia no se hace de la noche a la mañana. No, no,
no. La Iglesia necesitó más de 300 años para pulir el guión y así en el año 480
–aproximadamente– saca a luz un texto titulado “Actas de santa Cecilia” donde se aclara cualquier tipo de dudas y
aparece con todo su brillo la nobleza de la joven romana que los músicos
reclamábamos. Para mejor disfrute de este santo guión copio y pego de Wikipedia
un par de párrafos de las referidas actas que no tienen desperdicio:
Según este texto,
Cecilia había sido una virgen de una familia senatorial romana de los Metelos, que se había convertido al
cristianismo desde su infancia. Sus padres la dieron en matrimonio a un noble
joven pagano, Valerius («Valeriano»). Cuando, tras la
celebración del matrimonio, la pareja se había retirado a la cámara nupcial,
Cecilia dijo a Valeriano que ella había entregado su virginidad a Dios y que
un ángel celosamente guardaba su cuerpo; por
consiguiente, Valeriano debía tener el cuidado de no violar su virginidad.
Valeriano pidió ver al ángel, después de lo cual Cecilia lo envió junto a la
tercera piedra miliaria de la vía Apia, donde debía encontrarse con el papa Urbano I. El diálogo, según
la tradición, transcurrió así:
Cecilia: Tengo que comunicarte un secreto. Has
de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu
esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio, si
me respetas, el ángel te amará como me ama a mí.
Valeriano: Muéstramelo. Si es realmente un ángel
de Dios, haré lo que me pides.
Cecilia: Si crees en el Dios vivo y verdadero
y recibes el agua del bautismo, verás al ángel.
Valeriano obedeció y
fue al encuentro de Urbano, el papa lo bautizó y Valeriano regresó como
cristiano ante Cecilia. Entonces se apareció un ángel a los dos y los coronó
como esposos con rosas y azucenas. Cuando Tiburcio, el hermano de Valeriano, se
acercó a ellos, también fue convertido al cristianismo y a partir de entonces
vivió con ellos en la misma casa, en completa pureza.
Ay,
amigos lectores, les juro que hago un esfuerzo para no comentar nada de este
trío tan virtuoso.
Pero sigamos porque la historia de la Iglesia católica no termina aquí sino que continúa con la persecución, martirio y muerte de estos tres tristes muchachos a cargo del prefecto Turcio Almaquio. Nuevamente retomo a Wikipedia que a su vez retoma otra parte de las “Actas de santa Cecilia”, para no perdernos detalles porque se viene un climax de violencia y crueldad que ninguna película de terror de hoy lograría igualar:
El prefecto Turcio Almaquio condenó a
ambos hermanos a la muerte. El funcionario del prefecto, Máximo, fue designado
para ejecutar la sentencia. Pero se convirtió al cristianismo y sufrió el
martirio con los dos hermanos. Cecilia enterró sus restos en una tumba
cristiana. Luego la propia Cecilia fue buscada por los funcionarios del
prefecto. Fue condenada a morir ahogada en el baño de su propia casa. Como
sobrevivió, la pusieron en un recipiente con agua hirviendo, pero también
permaneció ilesa en el ardiente cuarto. Por eso el prefecto decidió que la
decapitaran allí mismo. El ejecutor dejó caer su espada tres veces pero no pudo
separar la cabeza del tronco. Huyó, dejando a la virgen bañada en su propia
sangre. Cecilia vivió tres días más, dio limosnas a los pobres y dispuso que
después de su muerte su casa debía dedicarse como templo. El papa Urbano I la enterró en la catacumba del papa Calixto I (155-222), donde se sepultaban
los obispos y los confesores.
La Enciclopedia
Católica señala que el relato en sí no tiene valor histórico; es un romance
pío, como tantos otros recopilados en los siglos V y VI. En cambio, la existencia de los tres mártires
mencionados es un hecho histórico.
Bueno,
amigos músicos, quedémonos tranquilos porque la Enciclopedia Católica nos
asegura que la existencia de los tres mártires es un hecho histórico y
consolémonos que Cecilia no era de esas muchachas que perdían la cabeza así
nomás y que a pesar de la terrible situación tuvo el tino de dar limosna a los
pobres…
Ejecución de Cecilia.
¿Y la música dónde queda?
¿Y la música dónde queda?
Ah,
bueno… la música se deriva de un perdonable error de traducción de esas famosas
“Actas de santa Cecilia” donde en un
momento se habla de que Cecilia, en pleno sufrimiento de su martirio, le
cantaba a Dios con un “instrumento”. Un traductor piadoso y quizá músico creyó
ver en el texto original en latín a un órgano, ese bello instrumento musical de
teclado, cuando en realidad se trataba de un “instrumento de tortura” a la que
era sometida la joven romana.
Pero
bueno… los músicos no somos muy exigentes y nos acomodamos a lo que hay, que no
es tan malo, no vaya a ser que nos cambien de patrona y terminemos con otra que nos salga peor. Además, de estos hechos relatados en las “Actas de santa Cecilia” pasaron más de
mil años hasta que el papa Gregorio XIII, en el año 1594, la canonizó y le dio oficialmente el
nombramiento, por «haber demostrado una
atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su
espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo
de la música». A ver señores: ¿quién se atreve a cambiar estas palabras de
aquel preclaro santo padre? Nadie, ¿verdad? Así que hoy, 22 de noviembre, día
de Santa Cecilia, festejamos el Día de la Música y sanseacabó.
martes, 6 de noviembre de 2012
RETAZOS CON HUESO
Andrés
Segovia
Cuando el guitarrista español Andrés Segovia vivió en Montevideo, entre
1937 y 1946, ofreció –para disfrute de los uruguayos– numerosos conciertos en
el país. En una oportunidad interpretó una obra española a gran velocidad que
asombró al público acostumbrado a oírla mucho más lenta. Al terminar el
concierto, un crítico de música de un conocido periódico lo esperó al final del
concierto y sin mayor prudencia le descerrajó una pregunta que tenía más tono de
crítica que de interrogación:
–Maestro, ¿por qué toca usted tan rápido esa pieza española?
Al instante y sin pensarlo dos veces el guitarrista español contestó:
–¡Porque puedo!
Miguel
Aceves Mejía en Uruguay
En Uruguay, el más famoso cantante mexicano por los años 50´s y 60´s fue
sin duda Miguel Aceves Mejía. Ni Pedro Infante ni Jorge Negrete alcanzaban la
popularidad que el “Rey del falsete” tenía en el pequeño país del Plata. La
explicación de este fenómeno de popularidad se debía a que la esposa de Aceves Mejía,
Rita Martínez, era argentina y el cantante iba con frecuencia a ese país a
diversas presentaciones acompañadas siempre de un gran éxito. Llegó incluso a
tener una buena amistad con el entonces presidente argentino Juan Domingo
Perón.
En una oportunidad cruza el Río de la Plata y emprende una pequeña gira
por Montevideo y Salto, ciudad al noroeste de Uruguay. En un avión DC 3 parte
de Montevideo a Salto haciendo una escala técnica en Tacuarembó, departamento
del centro del país. La gente de Tacuarembó se enteró de esta escala donde
viajaba Aceves Mejía y se aglomeró en la pista de pasto donde bajaría el avión
para solicitarle al cantante mexicano que les interpretara alguna canción.
Miguel, en una demostración de sencillez y cariño por el público uruguayo se
bajó del avión con su mariachi y a la sombra de una de las alas de la aeronave,
sin micrófono y al aire libre deleitó con su voz a los cientos de asistentes
que agradecieron con gritos y aplausos las canciones del cantante nacido en
Chihuahua.
La muerte
de Amado Nervo
A pesar de la distancia tan grande entre México y Uruguay ha habido
acontecimientos que unieron a estos dos países que han marcado mi vida y han
dado motivos para esta breve crónica de “retazos con hueso”, popular nombre de
la carne más barata del país azteca. Uno de los más importantes fue la muerte
de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, notable escritor, periodista y
diplomático mexicano que se hizo llamar Amado Nervo y que llegó a ser una
gloria latinoamericana de la poesía.
En 1918, Amado Nervo recibió el nombramiento de ministro
plenipotenciario de México en Argentina y Uruguay simultáneamente, pero fijó su
residencia en el Parque Hotel de la Playa Ramírez de la capital uruguaya. Allí
fue donde un sábado 24 de mayo de 1919 murió de insuficiencia renal lejos de su
tierra mexicana.
Amado Nervo muy pequeño con su nana.
Amado Nervo muy pequeño con su nana.
Uruguay y todos los países de Latinoamérica se conmovieron ante la
muerte del poeta mexicano que recibió honores de Jefe de Estado siendo
designado por el parlamento uruguayo como "Príncipe de los poetas
continentales". Su velatorio se instaló en las escalinatas de la
Universidad de la República con la asistencia del Presidente uruguayo Baltasar
Brum y sus ministros. Tres días de Duelo Nacional enmarcaron las ceremonias y
su féretro fue llevado al Panteón Nacional donde permaneció un tiempo ya que
entre los honores dispuestos estaba la construcción de un ataúd-mausoleo de
mármol uruguayo. Una vez ejecutado el mismo y en otro día de duelo nacional, se
le llevó al puerto de Montevideo donde lo aguardaba el Crucero de guerra
“Uruguay”, buque insignia de la flota que lo conduciría custodiado por cadetes
de la Escuela Naval hasta su México natal. A la salida del puerto lo esperaba
un crucero argentino de la Escuela Naval, que seguía a la nave uruguaya. En
Río de Janeiro aguardaba el buque “Barroso” con los jóvenes navales brasileños,
también en Venezuela y Cuba se unen buques de guerra a acompañar al
poeta nayarita (originario del estado de Nayarit) hasta el puerto de Veracruz.
Concierto
del Sur de Manuel M. Ponce
En nota anterior decíamos del privilegio de que Uruguay haya acogido al
gran guitarrista Andrés Segovia durante y después de la Guerra Civil Española
porque su presencia atrajo a varias figuras de la música así como estrenos de
obras de compositores que de otra manera no hubieran llegado a Montevideo. Un
caso fue el estreno en 1939 del Concierto en re mayor para guitarra y orquesta
del compositor italiano Mario Castelnuovo-Tedesco que se realizó en Montevideo,
interpretado por Andrés Segovia y la Orquesta Sinfónica del SODRE.
Lamberto Baldi, Manuel M. Ponce y Andrés
Lamberto Baldi, Manuel M. Ponce y Andrés
El caso que ocupa esta nota fue otro estreno notable el 4 de octubre de
1941 del Concierto del Sur para guitarra y orquesta del músico zacatecano
(originario del estado de Zacatecas) Manuel María Ponce, interpretado por
Segovia y la Sinfónica del SODRE, dirigida por el director italiano Lamberto
Baldi y no por el mexicano como comúnmente se cree. En esa misma velada
musical Ponce sí dirigió tres de sus obras: Suite en estilo antiguo en versión
orquestal, Chapultepec y Poema elegíaco. Según las crónicas de la época el
éxito de la música de Ponce fue extraordinario. Este Concierto del Sur se
presentó inmediatamente en Buenos Aires y allí sí dirigió la orquesta el propio
Ponce además de interpretarse otras obras suyas como Ferial, Estampas nocturnas
y el Concierto para piano y orquesta.
Es de destacar que Ponce dudó mucho en escribir el Concierto del Sur
para su amigo Andrés Segovia por miedo a que la guitarra –con sonido tan íntimo–
no pudiera enfrentar a los “tutti” de la orquesta. Al respecto veamos un
testimonio que el propio Segovia dejó sobre la creación de este magnífico
concierto:
“Desde la primavera de 1926, los temas principales de esta obra ya
germinaban en el espíritu de Ponce, pero las circunstancias de mi vida errante,
que nos separaron por largos años, le impidieron continuarla y llevarla a su
fin. La obra esperó hasta que, venciendo miedos y dudas sobre la factibilidad
de escribir para guitarra con acompañamiento orquestal, Mario
Castelnuovo-Tedesco se adelantó a Ponce, completando su hermoso Concierto
en re mayor. El mismo Ponce dirigió la orquesta cuando toqué el concierto de
Castelnuovo-Tedesco en México, y esa inolvidable experiencia fue justo el
aliciente que el compositor mexicano necesitaba para exhumar y revivir sus
temas y trabajar en ellos con ardor. Cuando llegué a mi casa en Montevideo unas
semanas después, me esperaban ya los primeros frutos de su labor. Con esa
admirable paciencia que ennoblecía todas sus empresas, ya fueran mecánicas o
espirituales, Ponce escribió el concierto en el mejor papel aéreo y me lo
envió, una sección tras otra, para su prueba final en la indomable guitarra."
Cierro esta nota con un fragmento de la crítica musical que Ponce
realizara en mayo de 1923 en el diario El Universal con motivo del debut de
Segovia en México. El compositor mexicano compara a Segovia con el
violoncelista Pablo Casals y escribe que escuchar la guitarra de Segovia había
sido: "…experimentar una sensación de intimidad y bienestar hogareño,
evocar remotas y suaves emociones envueltas en el misterioso encanto de las
cosas pretéritas, es abrir el espíritu al ensueño y vivir unos momentos
deliciosos en un ambiente de arte puro..."
Sentados: Segovia, Paquita Madriguera (esposa de Segovia), Ponce y Eduardo Fabini.
Sentados: Segovia, Paquita Madriguera (esposa de Segovia), Ponce y Eduardo Fabini.
lunes, 24 de septiembre de 2012
EL COMPOSITOR Y GUITARRISTA ABEL FLEURY Y UNA GUITARRA YACOPI
El compositor
argentino Abel Fleury nacido en Dolores, Provincia de Buenos Aires, el 5 de
abril de 1903, jugó un papel de primera línea en la música latinoamericana para
guitarra con la creación de piezas basadas en los ritmos folklóricos de su
país. No creo que haya un guitarrista rioplatense que no haya tocado su hermosa
y tan conocida “Milongueo del Ayer” o el “Estilo Pampeano”. Pero fueron muchas más sus composiciones,
entre las cuales destaco la chacarera “Trinos y alas” que Fleury le dedicara a
mi padre.
Guitarrista
dotado de muy buena técnica y sensibilidad en la ejecución, incluía en sus
numerosos conciertos autores “clásicos” como J. S. Bach (del que
interpretaba La Chacona), S. L. Weiss, G. F. Händel, Napoleón
Coste, Francisco Tárrega, Fernando Sor, Mozart o Beethoven entre otros. Así
también fue un gran difusor de la música latinoamericana para guitarra con obras
de los brasileños Heitor Villa-Lobos y Lorenzo Fernándes, del paraguayo Agustín
Barrios, del uruguayo Eduardo Fabini, del
mexicano Manuel M. Ponce
y del boliviano Eduardo Caba.
En
su libro “Origen e historia de la guitarra” (1976) mi padre escribía:
Abel Fleury (1903-1958) logró
sostenida influencia –quizás más que Barrios– en ambas márgenes del Plata; en
tanto el paraguayo prevalecía entre los guitarristas cultos pero no sobre el
resto, el argentino, con su “Estilo Pampeano”, de 1927, y su “Milongueo del
Ayer” del 26, entusiasma tanto a unos como a otros.[…]
[…] Visitamos Fleury en Buenos
Aires, veinte días antes de su muerte. No creía en su próximo fin. Se empeñó
desde la cama, en tocarnos su última milonga, “Garuando”; tan débil estaba que
hubo de bajar como dos tonos la guitarra.
–Cuando me levante, mi primer
concierto lo daré en el Uruguay, tengo una deuda allá: sabiéndome enfermo, del
Centro Guitarrístico me enviaron por adelantado el importe de un concierto.
En realidad se sabía que ya no
podría cruzar más el río… Tiempo después dicho Centro colocó una placa
recordatoria en su tumba en la Chacarita.[…]
Su
partida definitiva al silencio inspiró en el poeta Pedro Boloqui las
siguientes palabras:
Ha muerto más la armonía,
lograda en su arte nativo,
mantiene su nombre vivo,
como un farol en la huella,
nunca el olvido hará mella,
para arrancarlo de aquí.
Y, si dejó tras de sí
tiernos corajes vibrando,
en ellos sigue flotando
el alma de Abel Fleury
El
cáncer terminó con la vida de Fleury el 9 de agosto de 1958 en la ciudad de
Buenos Aires. Los múltiples gastos que había tenido la familia con los cuidados
de la penosa enfermedad de Don Abel, obligaban a su esposa Nelis Guerra (con
tres hijos) a vender una de sus guitarras para medio salir del paso. Así llegó a
Minas, Uruguay, la señora Nelis para ofrecerle a mi padre una de sus guitarras,
un excelente instrumento del vasco radicado en Buenos Aires, José Yacopi.
¿Quién
fue José Yacopi? Fue hijo de un lutier genovés Gamaliel Yacopi (originalmente
este apellido se escribía con i latina) radicado en España en la ciudad
de Vitoria, País Vasco, donde precisamente nació su hijo José el 28 de
diciembre de 1916. Perseguida la familia por los franquistas en España,
partieron para Francia de donde huyeron de los nazis a la Argentina para
radicarse en San Fernando, Provincia de Buenos Aires. Allí se formó José y se
constituyó en unos de los más renombrados lauderos del mundo que tuvo como
clientes a María Luisa Anido, Julian Bream, Irma Costanzo, Eduardo Falú y
Narciso Yepes entre otros. Jose Yacopi fallece
a los casi 90 años de edad el 11 de agosto de 2006, constituyéndose su hijo
Fernando en el continuador de esta dinastía de constructores de instrumentos de
cuerda.
José Yacopi
Fuera
de Argentina resulta muy curiosa la madera que en aros y contratapa, de muchas
de sus guitarras, utilizara José Yacopi: algarrobo negro (Prosopis
nigra),
árbol natural de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay, cuya madera es
dura, densa y muy durable. Pero más
curioso aún es que esta madera no era maciza, sino que era triplay (compensada,
como dicen en Uruguay). Sin embargo el sonido de las guitarras Yacopi es inigualable:
potente, destacándose los bajos que son muy profundos y los agudos aterciopelados
–si cabe esta expresión–.
La
guitarra que adquirió mi padre a la viuda de Fleury fue utilizada inicialmente
por mi madre y posteriormente mi padre me la dejó a mí. Con ella llevo más de
cuarenta años y la música de Abel Fleury sigue sonando en esta parte norte de
Latinoamérica en una de sus guitarras, privilegio que tengo con este
instrumento que me acompaña fielmente.
Adjunto
a esta nota un programa –tesoro que guardo– del concierto que Don Abel diera en
el Centro Democrático de la ciudad de Minas en el año 1957 (el lector
encontrará dos errores de imprenta: donde dice Corte, debe decir Coste; y donde
dice Rauro, debe decir Lauro), así como también una vieja foto que Fleury dedicara
a mis padres y que presidió por muchos años el estudio de guitarra de mi casa
paterna.
martes, 11 de septiembre de 2012
TRAGEDIAS Y MEMORIAS, ALGUNAS CIFRAS
Pretender apuntar muy
brevemente las barbaridades que los hombres han cometido en este planeta a
través de guerras, atentados y acciones terroristas sería una tarea inacabable
y seguramente muy discutible por abarcar muchos períodos de la historia de la
humanidad y terminaríamos poniendo en seria duda una de las acepciones de la
palabra “humanista” (sensibilidad, compasión de las desgracias de
nuestros semejantes) que nos gusta usar para distinguirnos de los demás
seres vivos.
Es imposible no recordar
esta fecha del 11 de septiembre cuando dos hechos muy crueles y degradantes de
nuestra condición humana han ensangrentado nuestra memoria: el golpe de estado
en Chile en 1973 y los atentados con aviones comerciales en los Estados Unidos
de Norteamérica en 2001. Precisamente ayer veíamos en History Channel el
programa “102 minutos que cambiaron a América” y pese a las innumerables veces que todos hemos visto programas sobre
este tema de los atentados a las torres gemelas del Centro Mundial de Comercio,
no dejamos de conmovernos y compadecer a las numerosas víctimas inocentes de
esta ataque terrorista tan inesperado y feroz. Nada ni nadie podrá jamás
justificar tales atrocidades que han quedado filmadas por decenas y decenas de
cámaras profesionales y aficionadas.
Me
quedaron grabados algunos testimonios de neoyorquinos que luego del colapso de
las torres y de darse cuenta que no se trataba de accidentes, llamaban a vengarse
de los “árabes”, de “¡matarlos a todos!”, “¡hay que exterminarlos!”. Una joven
decía: “¡tenemos que irnos a la guerra ya!”. La indignación de los
norteamericanos se mezclaba con el miedo y la incredulidad de estar bajo un
ataque desconocido pero de una alta efectividad.
Ningún
testigo se preguntaba por qué habían ocurrido esos atentados, qué se habría
hecho por parte de los EEUU para que unas pocas personas de origen árabe
decidieran dar su vida y llevaran esos aviones a chocar contra las torres y el
Pentágono, los máximos símbolos del poder del país del norte.
Se
estima que murieron en las torres algo menos de 3,000 personas entre hombres
mujeres y niños inocentes en esos “102 minutos que cambiaron a América”. ¿Qué
gente podría encerrar tanto odio en su corazón para llevar a cabo acciones de
tan terribles proporciones? ¿Qué ofensa podrían haber recibido los terroristas
y sus pueblos por parte de EEUU para planear y ejecutar estos atentados como
una forma de venganza?
Si
echamos un ojo a la historia relativamente reciente donde EEUU ha participado
en acciones de guerra contra otros países, veríamos que se destacan los
bombardeos atómicos a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki cuando
Japón ya estaba prácticamente vencido. Allí murieron en los tres primeros días
más de 190,000 personas entre mujeres, niños y ancianos ya que en esos lugares
no había concentración de tropas militares.
En
otro teatro de operaciones, la península de Corea, los Estados Unidos asesinaron
2,500,000 civiles de Corea del Norte, sin contar las bajas de casi 1,500,000 de
militares norcoreanos.
Poco
tiempo después, en Vietnam, los bombardeos indiscriminados de napalm a la
población civil de este país asiático provocaron las muerte de entre 3,800,000 y 5,700,000 personas.
En
Chile, el ejército de Pinochet –con la ayuda y asesoría de pilotos y militares
norteamericanos– provocaron numerosísimas muertes que el propio embajador
estadounidense de entonces, Nathaniel David, evalúa de esta manera: “Las
estimaciones acerca del número de gente muerta durante o inmediatamente después
del golpe varían desde menos de 2.500 a más de 80.000. Una lista de 3.000 a
10.000 muertos cubre las estimaciones más fiables.” Amigo lector, les
juro que me asombra el manejo tan frívolo de estas cifras de muertos, pero dejo
a su criterio una estimación sensata de este crimen llevado adelante por el
terrorismo de los dos estados: Chile y EEUU.
Finalmente
aportemos las cifras de muertos civiles en Irak que según Wikipedia
(organización imposible de asociar con el mundo musulmán) fluctúan entre
150,000 y más de 1,000,000 de personas.
Dejemos
sin evaluar –por lo difícil de conseguir cifras creíbles– las muertes de
civiles en Afganistán, en la ex Yugoslavia, en el cuerno de África, en Panamá y
Granada donde los Estados Unidos metieron sus manos y armas. Tampoco cuento los
muertos de la guerra contra el narco en México donde los delincuentes utilizan
las armas que EEUU produce e introduce a nuestro país a través de operativos gubernamentales
como “Rápido y furioso” (se estima entre 50,000 y 150,000 muertos).
Es
curioso ver que History Channel o Discovery o Natgeo jamás manejan en sus
programas “históricos” estas cifras de muertes civiles causadas por los Estados
Unidos. Todo lo contrario, en sus programas se promueve el uso y los adelantos
técnicos de armas personales, aviones de guerra, tanques, buques militares y
demás artefactos de destrucción.
Me
pregunto: la televisión americana ¿alguna vez derramará alguna lágrima por los
millones de civiles muertos que su país ha provocado? Soy un poco pesimista y
creo que no pasarán de hablar de “daños colaterales” en aras de salvar las
democracias occidentales.
jueves, 23 de agosto de 2012
LA LEGALIZACIÓN DE LA VENTA DE MARIHUANA BAJO CONTROL ESTATAL EN URUGUAY
Uruguay está envuelto hoy en
una discusión que le hace bien al país porque somete a la consideración pública
un tema muy complejo que no ha sido aún analizado a fondo y es necesario
hacerlo con mesura, sensatez y responsabilidad: la legalización de la venta de
la marihuana bajo control estatal.
Estos brutales márgenes de utilidad son la clave para entender con cuántos recursos cuentan los narcotraficantes para corromper autoridades y disputar el control –municipio por municipio– de cualquier estado débil.
Me atrevo a dar una opinión
desde muy lejos porque me sigo considerando ciudadano uruguayo (aunque “de
segunda” por no tener derecho a votar desde el extranjero) y porque tengo
también la ciudadanía de un país como México que hoy vive una situación trágica
por ser territorio en disputa por los cárteles de la droga.
En primer lugar una
precisión importantísima: se trata de la legalización de la venta de
marihuana y no de su consumo que en Uruguay es legal. Hecha esta aclaración
creo que para discutir el tema en cuestión deberían verterse las opiniones sin
preconceptos, sin poner oídos sordos a las opiniones contrarias entre quienes
defienden la legalización de la venta de la marihuana y quienes están en
contra, es decir, deberíamos todos hacer un análisis lo más amplio posible que
considere todos los aspectos que rodean a la venta legal de esta droga: los de
salud, los sociales, los políticos y los de seguridad ciudadana.
He leído y escuchado con
atención al Dr. Edgardo Buscaglia[1] que permanentemente
advierte a México que la violencia no tendrá fin en este país hasta que se “ciudadjuarice” todo el país y sus consecuencias
afecten hasta las propias familias de los empresarios y gobernantes que hoy
tienen –mucho de ellos– nexos y negocios con los narcotraficantes. Al respecto
recomiendo el video de una conferencia de Buscaglia en México (www.youtube.com/watch?v=Mg20OkOA8Nc) que
es tremendamente aleccionador para entender quienes están detrás de estas
poderosas mafias del tráfico de drogas y de 22 delitos más (tráfico de
personas, lavado de dinero, secuestros, asaltos y robos a transporte de
mercaderías, contrabando, piratería y extorsión, entre otros).
¿Qué hace atractivo que
autoridades, empresarios y bancos se corrompan y resguarden estos negocios que
tanto dañan a un país? Es el increíble margen de utilidad que deja un kilo de
marihuana producida en México (pongamos a Michoacán, por ejemplo) donde se le
paga al productor alrededor de 22 dólares por kilo de la hierba prensada y se
la vende entre 9,000 y 12,000 dólares del lado estadounidense de la frontera.
El gasto de transportación y “aseguramiento” para que la droga llegue intacta a
la frontera de Tamaulipas es de 650 dólares por cada kilo , así que sumemos el
costo del producto y las “mordidas” por el paso seguro a través de varios
estados y veremos cómo menos de 700 dólares se transforman en 10,000 pocos
kilómetros más adelante. [2]
Estos brutales márgenes de utilidad son la clave para entender con cuántos recursos cuentan los narcotraficantes para corromper autoridades y disputar el control –municipio por municipio– de cualquier estado débil.
Otro factor a tener en
cuenta es la enorme facilidad que tienen los cárteles en reclutar gente para
las tareas más sucias y peligrosas. Basta ver una película colombiana (“Sin
tetas no hay paraíso” del cineasta Gustavo Bolívar) y comprenderemos por qué
tantos jóvenes sin empleo se integran sin dudarlo a trabajar para las mafias.
Usé la palabra “trabajar” porque así lo sienten las muchachas y muchachos
marginados que no dudan vivir pocos años (entre 30 y 40 por los altos riesgos
que corren) pero accediendo a las atractivas vitrinas del consumo de mercancías,
en lugar de una larga pero austera vida de trabajo legal sin los bienes soñados.
El Dr. Buscaglia advierte
sobre la “paradoja de la represión” que lleva adelante el gobierno mexicano según
la cual, a mayor endurecimiento contra la delincuencia, los criminales aportan
más dinero para corromper policías. Buscaglia precisa: "Las
organizaciones criminales son empresas, estamos ante empresas; uno no cierra un
banco matando o deteniendo a los cajeros ni a los gerentes, uno cierra un banco
quitándole los activos, las cuentas bancarias, los edificios…”
Por ahora el gobierno mexicano mata o detiene cajeros…
Por ahora el gobierno mexicano mata o detiene cajeros…
Este panorama introductorio
de lo que pasa en México era, años atrás, algo totalmente ajeno a los
ciudadanos uruguayos, pero ya hay señales en el paisito que se cabalga sin
detenerse a situaciones de violencia e inseguridad desconocidas. Queda claro
que Uruguay no es un territorio de tránsito de drogas para la sociedad de mayor
consumo de estupefacientes como lo es la norteamericana, pero asistimos cada
día al avance de estas organizaciones y sus allegados que trafican, hacen
“ajustes de cuenta”, copan grandes comercios, efectúan secuestros exprés y
varios etcéteras más. No podemos desdeñar el avance del desprecio por la vida y
la pérdida de la sensatez que mina a los jóvenes de la sociedad que han ido
perdiendo valores morales producto de la violencia que nos invade
permanentemente por la televisión y los videojuegos alentados por otra mafia:
la industria armamentista y su promotora Asociación Nacional del Rifle (National
Rifle Association), el lobby más poderoso de venta de armamento que haya
defendido el uso masivo de armas en EEUU. Paradójicamente, los estadounidenses
dicen luchar contra los cárteles pero les venden armas muy poderosas para que
controlen México…
Es curioso, pero EEUU, el país
de mayor consumo de drogas, el más violento y uno de los más corruptos (corrupción
confirmada al distribuirse diaria y puntualmente toneladas de drogas en todo el
país del norte, incluido Alaska) es el más ajeno a considerar la legalización
de la venta de cualquier estupefaciente.
Más allá del problema del
consumo de marihuana –insisto hoy legal en Uruguay– y el problema de salud
pública que implica, es claro que la distribución y venta de este psicotrópico
en manos de traficantes sin escrúpulos ha sumido a las autoridades de los
distintos países de América Latina en un enfrentamiento sin posibilidades de
éxito y donde la espiral de violencia crece todos los días.
La propuesta del gobierno
uruguayo de producir y comercializar controladamente la marihuana apunta a
quitar de raíz el negocio tan lucrativo de las manos de las mafias que operan
exitosamente gracias al gran poder económico que tienen, no apunta a matar al
cajero y esto parecería muy positivo o por lo menos novedoso ya que no insistiría
en lo que hasta ahora ha demostrado no funcionar: la represión.
También he escuchado con
mucha atención a un opositor a la propuesta del gobierno uruguayo, al Dr.
Guillermo Castro Quintela, Jefe del Departamento de Psiquiatría del Hospital
Británico en Uruguay que fue entrevistado por la televisión de ese país (http://74.204.167.231/codigopais/noticia/35382_%5CLa-marihuana-es-una-droga-dura%5C/)
donde con detalle explicó los alcances médicos que tiene el consumo de esta
hierba. Me llamó la atención que el
doctor siempre se refirió a la “legalización de la marihuana” y no a la
legalización de la venta de la cannabis,
pero debo suponer que se refiere al segundo aspecto. Apretadamente hago
un resumen de sus respuestas que usted, amigo lector, podrá ver y escuchar en
forma completa:
- Advierte que al legalizarse habrá consumidores nuevos.
- Su consumo produce esquizofrenia.
- Produce depresión mayor.
- La experiencia de la legalización en el mundo no ha sido exitosa.
- Se consume la marihuana para combatir la ansiedad, a diferencia de la pasta base (droga barata sintetizada con cocaína) que es para excitarse.
- La marihuana se consigue en cualquier lado (los muchachos que cuidan autos la venden, “de buena y mala calidad”), todo el mundo lo sabe.
Además de hacer varias
precisiones sobre otras drogas y sus efectos y perjuicios el Dr. Castro
Quintela aporta información –con base en revistas médicas indexadas– que muchas
veces los consumidores de marihuana pretenden descalificar alegando que no hay
comprobación científica de estos daños.
Creo que nadie con sensatez
podría objetar nada de lo que dice este calificado psiquiatra sobre los efectos
del consumo de la marihuana y que ésta nunca podrá sustituir el consumo de la
pasta base que tanto daño ocasiona a muchos jóvenes uruguayos. Sin embargo el
tema en cuestión no es ese; el tema es la producción y venta controlada de la
marihuana para quitarles poder económico a las mafias y bajar,
consecuentemente, la violencia en el país. He leído que algún funcionario del
gobierno uruguayo se ha referido a que la legalización de su venta podría
disminuir el consumo de pasta base, situación que el Dr. Castro Quintela
descalifica en la entrevista con sólidos argumentos que demuestran los
distintos efectos buscados en una y otra droga.
El problema de salud pública
del consumo de la marihuana y otras drogas es el que habría que atacar con
mayores energías que las que se han puesto en defender la legalización de la
venta de la cannabis. En el caso mexicano llama poderosamente la atención la
falta de campañas gubernamentales bien pensadas y montadas en todos los medios
disponibles, así como el tratamiento de este tema como materia obligatoria en
los programas de estudios en la educación primaria, secundaria y media superior
y superior en torno al daño irreparable que se ocasiona el joven al consumir
tabaco, alcohol o drogas. En los últimos tres años hemos asistido –hasta la
saciedad– a campañas políticas en la TV, radio y prensa escrita que cuestan
verdaderas fortunas al erario público y nunca hemos visto una sola campaña
contra el uso de drogas. Prácticamente el gobierno mexicano no toca el tema, no
da resultados de encuestas sobre el tema, no hay entrevistas sobre las
adicciones, no existen publicaciones oficiales masivas, ni espectaculares en
las avenidas condenando su consumo, tampoco se utilizan los tiempos oficiales
en medios electrónicos para combatir con toda energía este flagelo. Se
involucran sin embargo –y está bien– a los deportes y deportistas más populares
en campañas muy ruidosas y vistas contra el cáncer de mama o el cervicouterino,
contra las gripes estacionales, contra la obesidad, contra el VIH, pero nada
contra las drogas. ¿Por qué? ¡Vaya uno a saber!
Desconozco la situación
uruguaya sobre verdaderas campañas antidrogas con los niños y jóvenes porque
vivo muy lejos del paisito, pero cuando eventualmente lo visito no ha visto
nada. Acepto que voy generalmente en períodos vacacionales de diciembre o enero
y quizá no sea el mejor momento para ver campañas intensas contra el consumo de
estupefacientes, pero tengo la firme sospecha de que son más intensas las
campañas contra la gripe, el dengue o el uso de tabaco que contra las drogas.
La existencia, la
insistencia y la creatividad de este tipo de campañas y su involucramiento en
escuelas de todos los niveles serían la verdadera clave en la lucha contra las
drogas, su tráfico y las mafias.
Deberíamos gastar más
energía reclamando a los gobiernos de todos los niveles el uso de intensas
campañas contra el consumo de drogas que contra la legalización de la venta
controlada de la marihuana que es una medida concreta para desarmar
económicamente a las bandas de narcotraficantes y que nadie podrá argumentar
que no han dado resultados porque en los países (muy pocos) donde se han
implementado no están acosados por las mafias como lo están en nuestra América
Latina. El propio Dr. Castro Quintela, que se opone a la comercialización legal
de la marihuana, reconoce que en cualquier lado se consigue (“… de buena y mala
calidad…”) a través de los jóvenes que cuidan los coches estacionados en
Montevideo. Ante esta situación es mejor que el gobierno produzca y controle su
venta y así tendrá un padrón de adictos (real y no supuesto ni estimado que
permitirá tomar medidas con conocimiento de causa) y ante el posible
crecimiento inicial de consumidores anteponer una amplia, integral, multifacética
e implacable campaña contra el uso de cualquier droga.
Finalmente, es
importantísimo agregar que junto a este tipo de campaña antidroga habría que
instrumentar también campañas por el valor de la vida, la convivencia en paz
(incluido el tema del acoso escolar), la no violencia familiar, la serenidad y
la sensatez de la sociedad que, claramente influenciada por la violencia
contenida en cualquier tipo de programa televisivo sin restricciones de
horario, se desborda en acciones descontroladas e injustificables.
[1]
Abogado argentino, doctor en
Derecho y Economía, cuenta con un postdoctorado en Jurisprudencia y Política
Social por las Universidades de Illinois y de Berkeley. Es Senior Law and
Economics Scholar de la Universidad de Columbia (Nueva York). Desde 2001 es
asesor de la Naciones Unidas, organización para la que ha trabajado en calidad
de Jefe de Misiones y de director y experto en materia de reforma judicial en
países como Afganistán, Jordania, Pakistán, Nigeria y Colombia.
[2]
Ver el interesante artículo “La república marihuanera”, ganador del Premio Internacional de Periodismo Rey de
España 2011 que se puede descargar en http://www.m-x.com.mx/2011-08-07/republica-marihuanera-2/
viernes, 3 de agosto de 2012
No todo tiempo pasado fue mejor, pero…
No
todo tiempo pasado fue mejor. Hoy se podría hacer una lista interminable de
objetos, de tecnologías, de productos, que han facilitado la vida y dado al
hombre la posibilidad de vivir más años, de disfrutar cosas impensables como
comunicarse fácilmente con cualquier parte del mundo, viajar por
extraordinarias autopistas que acercan lugares hasta no hace mucho inalcanzables,
escuchar música en magníficos aparatos de alta fidelidad. No es necesario
detenerse a hablar de nuevos medicamentos y técnicas que posibilitan el análisis
de nuestro cuerpo y detectar con anticipación los males.
Para
quienes hemos incursionado en el periodismo hoy reconocemos a la computadora
conectada a internet como una herramienta imprescindible para escribir notas,
para consultar cualquier duda a través de los buscadores, para confirmar
información antes de darla a conocer, para archivar artículos, opiniones,
fotografías, ilustraciones y un interminable etcétera más.
Pero
es bueno y oportuno recordar algunas cosas de antes que eran mejores, no
dañaban al planeta y nos hacían vivir manteniendo nuestra salud. Es claro
que recordar estas cosas es constatar mi vejez y que ello puede hacer suspirar
a los lectores jóvenes anticipando el insoportable “rollo” que se viene. Pero
tengan un poquito de paciencia y analicemos algunas bondades de la vida
anterior que hoy parece imposible reinstaurar.
Los
festejos de cumpleaños de nuestra infancia eran un modelo de austeridad que
disfrutábamos mucho. Una mesa con un mantel que sólo se usaba en aquellas
ocasiones, vasos de vidrio, platos de loza con algunos bocadillos y la
infaltable torta de cumpleaños (pastel en México) que nuestra madre y alguna
solidaria tía o abuela ayudaba a decorar. Si la economía era buena aparecía un
par de refrescos de cola o naranja y si no el infaltable Jugolín (polvo con
sabores para hacer un refresco casero). Nada era desechable. Todo se lavaba y
se volvía a usar. Los envases de refresco se guardaban hasta el siguiente
cumpleaños o hasta el día de Navidad o Año Nuevo.
Los
regalos que nos traían eran muy sencillos y útiles. Si eran juguetes se trataba
de autitos de lámina o madera, alguna pelota de goma o, en el caso de las
niñas, una muñeca de trapo con cabeza de yeso, algún jueguito de té de los
primeros plásticos que conocimos. Nuestros padres, más prácticos, nos regalaban
championes (zapatillas deportivas
llamadas tenis en México) o un par de
zapatos que ya no se podían aplazar, o alguna camisa o pantalón imprescindibles.
Y pobres de aquellos niños que cumplían antes de comenzar el año escolar porque
aparecían los lápices de colores, las cartucheras y con mucha suerte una
cartera de cuero para llevar los útiles a la escuela si estaban por empezar con
la primaria.
No
había supermercados con estanterías para elegir un montón de marcas de un mismo
producto. Nuestras madres nos mandaban al almacén de la esquina con una botella
de vidrio bien limpia para que nos despacharan aceite comestible “suelto” de un
tambo esmaltado (de “peltre” diríamos en México) que se accionaba con una bomba
de mano. Si el aceite no era suelto debíamos dejar el envase limpio para que
nos cobraran solamente el contenido de la nueva botella. El azúcar, la harina o
el arroz lo tomaba el almacenero directamente de una bolsa de 50 kilos con una
cuchara grande de hojalata y lo vertía sobre una hoja de papel estraza puesto
sobre una balanza que luego con mucha habilidad convertía en un envoltorio
firme y seguro. Todos los encargos los metíamos en una o dos bolsas de tela que
tenían años y caminando regresábamos a la casa.
–¿Ya
llegaste del almacén?
–Sí
mamá.
–Bueno
ahora andá a la panadería a buscar el pan para el almuerzo (comida en México).
–¿Por
qué yo otra vez? ¡Que vaya mi hermana!
–No
señor. Tu hermana me está ayudando en la cocina.
–¡Ufa!
¿Y qué traigo?
–Dos
flautas y nada de ¡ufa! ¡Y cuando vengas le das de comer a las gallinas y
después de comer te ponés a partir un poco de leña para la estufa (chimenea)!
Hacíamos
ejercicio, sí señor. Sólo nos sentábamos para hacer los deberes escolares
(“tareas” en México) o para escuchar de vez en cuando algún radioteatro de
Julio César Armi que nos hacía volar la imaginación. Televisión no había en
Minas, hablo de los años 1959 o 1960. Los días que me tocaba ir a Amigos del
Arte a las clases de pintura y cerámica con el pintor Casimiro Motta caminaba
mis buenas 15 o 20 cuadras de bajada hasta la casona de Aníbal del Campo y
después de regreso subía el cerro Las Delicias que me hacía sudar la gota
gorda.
En
vacaciones las cosas no eran de estarse mucho quieto.
–¡No
te puedo ver sentado! ¡Andá a regar las lechugas y los tomates y ponete a dar
vuelta tierra en el cantero grande!– así se acababa la lectura de las revistas
de Tarzán o El llanero solitario o los libros de Emilio Salgari que tanto me
gustaban.
–¡Mamá!
Hay hormigas en la lechuga y vaquillas en las tomateras.
–¡Andá
a la cooperativa (empresa comunitaria de productos agronómicos que hubo en mi
barrio Las Delicias) a comprar gamexane y pediles algún insecticida para las
vaquillas!
–¡¿Y
Graciela no hace nada?!
–Tu
hermana me está ayudando con la ropa, así que ¡movete!
–Después
que termine ¿me dejás ir al parque (Parque Rodó) a jugar a la pelota?
–Sí,
pero te ponés los championes viejos y
sin medias, no vayas a destrozar los nuevos, eh. Y a las 6 y media en punto
estás acá.
Los
championes viejos tenían soberanos
agujeros en la suela y les ponía unas plantillas de goma de los pedazos cámaras
de autos que me vendía Farah en la gomería (vulcanizadora en México) de la
vuelta. No usaba calceta porque se agujereaban por bien que recortara las
plantillas de goma.
De
regreso nada de sentarse a descansar un poco.
–¡No
te sientes en ningún lado ni toques nada que das asco! Antes de meterte a bañar
agarrá la damajuana y andá a traerme kerosén.
Allá
iba –hasta el copete de cansancio– a la estación de nafta (gasolinera) a
comprar cinco litros de kerosén para la vieja cocina (estufa) Volcán.
Antiguas damajuanas
Al
fin, ya limpio y bien peinado intentaba sentarme un momento cuando oía a mi
madre:
–Andá
a la panadería y traete unos bizcochos para tomar la leche de la merienda.
–¡Eehh
che! ¿Y mi hermana?
–Tu
hermana acaba de recoger y doblar la ropa que lavamos, así que ¡movete!
¿Cómo
íbamos a tener obesidad o sobrepeso? Todo era esfuerzo físico, entrenamiento
puro, caminar, moverse. Mi padre tenía auto pero éste se usaba solamente algún
sábado o domingo para ir a pasear en familia o para ir pescar o cazar cerca de
Minas. Se nos gastaban las zapatillas, los pantalones a la altura de las
rodillas, las camisas con los botones arrancados, los buzos (suéteres) con los
codos agujereados, pero les aseguro que no se nos gastaban las asentaderas.
Los
niños de hoy viven sentados. Van sentados en el coche a la escuela donde al
llegar se sientan. Sentados regresan para sentarse a comer. Sentados hacen la
tarea y al terminar se sientan a ver la televisión. Sentados cambian de canal
porque existen los controles y no se paran a darle vueltas a aquella matraca
que tenían los primeros televisores. Siguen sentados ahora con los videojuegos
o en la computadora para finalmente sentarse a cenar y acostarse a dormir. La
única parte del cuerpo que trabaja son los pulgares para accionar los infinitos
aparatos electrónicos como celulares, controles de TV y estéreos, tabletts, i
pad y tantas invenciones más.
Ay,
niños de hoy. Sólo me resta decirles ¡Pobres de sus asentaderas!
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