No tengo los datos precisos en cuanto a fechas, pero recuerdo cuando mi padre contaba cómo había conseguido la guitarra Enrique García que ilustra esta nota.
Un trío mexicano, acompañando a una cantante, llegó al Río de la Plata a finales de los años 50´s para realizar una gira por Argentina y Uruguay. No le fue bien a este grupo de músicos y pronto tuvieron que considerar volver a México: para ello debían comprar los pasajes de regreso. Las penurias económicas por el fracaso de la gira artística los obligó a vender una de sus guitarras: la de mayor valor fue la elección, para quedarse con el requinto y otra de acompañamiento. Así se selló la suerte de esta guitarra Enrique García construida en 1921.
Sin conocer la ciudad de Montevideo se dirigieron a la calle Sarandí y “tantearon” a las casas de remates y anticuarios para ver quién les daba más dinero por ella. Una casa de remate, asesorada por un conocedor, les pagó lo suficiente como para acordar la venta. Y allí quedó exhibida a un precio muy superior del pagado a los mexicanos.
Acierta pasar mi padre por el lugar y con la natural curiosidad de cualquier guitarrista entra a la casa de remate a ver de cerca la guitarra. Al ver la etiqueta con la firma de Enrique García tuvo un sobresalto y al tocarla y oír su sonido ya no podía separase de ella. Los aros y contratapa eran de Jacarandá de la India, la tapa armónica de Pino Abeto alemán, el diapasón de ébano africano y el sonido… fantástico. El precio era muy alto, seguramente muy alejado de lo que le pagaron al trío azteca, pero mi padre dejó una seña para ir a conseguir el dinero.
Los ahorros de mi casa no alcanzaban, préstamos familiares tampoco alcanzaban, hasta que finalmente recurrió a la Caja Militar (era coronel de Infantería) por el préstamo que alcanzaría para comprarla.
Al morir mi padre en 1978, la García llegó a mis manos y regresó a México de donde había partido para Uruguay.
¿Quién fue Enrique García?
Enrique García Castillo nació en Madrid en 1868, hijo de Juan García, un gran constructor de guitarra que llamaban el “Stradivarius de la guitarra”. De su padre aprendió el arte de hacer guitarras y al morir éste entró al taller de José Ramírez (el gran luthier español que forjara toda una generación de constructores de guitarras). Más tarde instaló su propio taller de guitarra en Barcelona y tuvo de aprendiz y ayudante a Francisco Simplicio.
Resulta interesante ver la página de las guitarras Ramírez (http://www.guitarrasramirez.com/diagrama.html) donde se muestra la escuela de constructores de guitarra de Madrid donde aparece Enrique García.
Cultivó una fuerte amistad con Miguel Llobet, con Emilio Pujol y con el propio Francisco Tárrega, quien le dedicara una foto el 22 de junio de 1900 en Barcelona, según cuenta Wolf Moser en su libro sobre Tárrega (1996, Lyon).
En la primera foto bajo estas líneas aparece Enrique García, parado a la izquierda con su elegante bigote, acompañado, entre otros, por Miguel Llobet al centro y Emilio Pujol sentado a la derecha.
La siguiente fotografía resulta particularmente interesante no solamente por mostrar a Enrique García (sentado a la derecha), sino porque aparece Andrés Segovia muy joven (sentado, segundo a la izquierda) escuchando y mirando con toda atención a Miguel Llobet.
Un trío mexicano, acompañando a una cantante, llegó al Río de la Plata a finales de los años 50´s para realizar una gira por Argentina y Uruguay. No le fue bien a este grupo de músicos y pronto tuvieron que considerar volver a México: para ello debían comprar los pasajes de regreso. Las penurias económicas por el fracaso de la gira artística los obligó a vender una de sus guitarras: la de mayor valor fue la elección, para quedarse con el requinto y otra de acompañamiento. Así se selló la suerte de esta guitarra Enrique García construida en 1921.
Sin conocer la ciudad de Montevideo se dirigieron a la calle Sarandí y “tantearon” a las casas de remates y anticuarios para ver quién les daba más dinero por ella. Una casa de remate, asesorada por un conocedor, les pagó lo suficiente como para acordar la venta. Y allí quedó exhibida a un precio muy superior del pagado a los mexicanos.
Acierta pasar mi padre por el lugar y con la natural curiosidad de cualquier guitarrista entra a la casa de remate a ver de cerca la guitarra. Al ver la etiqueta con la firma de Enrique García tuvo un sobresalto y al tocarla y oír su sonido ya no podía separase de ella. Los aros y contratapa eran de Jacarandá de la India, la tapa armónica de Pino Abeto alemán, el diapasón de ébano africano y el sonido… fantástico. El precio era muy alto, seguramente muy alejado de lo que le pagaron al trío azteca, pero mi padre dejó una seña para ir a conseguir el dinero.
Los ahorros de mi casa no alcanzaban, préstamos familiares tampoco alcanzaban, hasta que finalmente recurrió a la Caja Militar (era coronel de Infantería) por el préstamo que alcanzaría para comprarla.
Al morir mi padre en 1978, la García llegó a mis manos y regresó a México de donde había partido para Uruguay.
Enrique García Castillo nació en Madrid en 1868, hijo de Juan García, un gran constructor de guitarra que llamaban el “Stradivarius de la guitarra”. De su padre aprendió el arte de hacer guitarras y al morir éste entró al taller de José Ramírez (el gran luthier español que forjara toda una generación de constructores de guitarras). Más tarde instaló su propio taller de guitarra en Barcelona y tuvo de aprendiz y ayudante a Francisco Simplicio.
Resulta interesante ver la página de las guitarras Ramírez (http://www.guitarrasramirez.com/diagrama.html) donde se muestra la escuela de constructores de guitarra de Madrid donde aparece Enrique García.
Cultivó una fuerte amistad con Miguel Llobet, con Emilio Pujol y con el propio Francisco Tárrega, quien le dedicara una foto el 22 de junio de 1900 en Barcelona, según cuenta Wolf Moser en su libro sobre Tárrega (1996, Lyon).
En la primera foto bajo estas líneas aparece Enrique García, parado a la izquierda con su elegante bigote, acompañado, entre otros, por Miguel Llobet al centro y Emilio Pujol sentado a la derecha.
La siguiente fotografía resulta particularmente interesante no solamente por mostrar a Enrique García (sentado a la derecha), sino porque aparece Andrés Segovia muy joven (sentado, segundo a la izquierda) escuchando y mirando con toda atención a Miguel Llobet.
Esta actitud de atención arrebatadora por quien toca, se había dado unos veinte años antes cuando el propio Miguel Llobet devoraba con sus ojos y oídos a la guitarra que interpretaba Francisco Tárrega (última foto de esta serie).