Andrés
Segovia
Cuando el guitarrista español Andrés Segovia vivió en Montevideo, entre
1937 y 1946, ofreció –para disfrute de los uruguayos– numerosos conciertos en
el país. En una oportunidad interpretó una obra española a gran velocidad que
asombró al público acostumbrado a oírla mucho más lenta. Al terminar el
concierto, un crítico de música de un conocido periódico lo esperó al final del
concierto y sin mayor prudencia le descerrajó una pregunta que tenía más tono de
crítica que de interrogación:
–Maestro, ¿por qué toca usted tan rápido esa pieza española?
Al instante y sin pensarlo dos veces el guitarrista español contestó:
–¡Porque puedo!
Miguel
Aceves Mejía en Uruguay
En Uruguay, el más famoso cantante mexicano por los años 50´s y 60´s fue
sin duda Miguel Aceves Mejía. Ni Pedro Infante ni Jorge Negrete alcanzaban la
popularidad que el “Rey del falsete” tenía en el pequeño país del Plata. La
explicación de este fenómeno de popularidad se debía a que la esposa de Aceves Mejía,
Rita Martínez, era argentina y el cantante iba con frecuencia a ese país a
diversas presentaciones acompañadas siempre de un gran éxito. Llegó incluso a
tener una buena amistad con el entonces presidente argentino Juan Domingo
Perón.
En una oportunidad cruza el Río de la Plata y emprende una pequeña gira
por Montevideo y Salto, ciudad al noroeste de Uruguay. En un avión DC 3 parte
de Montevideo a Salto haciendo una escala técnica en Tacuarembó, departamento
del centro del país. La gente de Tacuarembó se enteró de esta escala donde
viajaba Aceves Mejía y se aglomeró en la pista de pasto donde bajaría el avión
para solicitarle al cantante mexicano que les interpretara alguna canción.
Miguel, en una demostración de sencillez y cariño por el público uruguayo se
bajó del avión con su mariachi y a la sombra de una de las alas de la aeronave,
sin micrófono y al aire libre deleitó con su voz a los cientos de asistentes
que agradecieron con gritos y aplausos las canciones del cantante nacido en
Chihuahua.
La muerte
de Amado Nervo
A pesar de la distancia tan grande entre México y Uruguay ha habido
acontecimientos que unieron a estos dos países que han marcado mi vida y han
dado motivos para esta breve crónica de “retazos con hueso”, popular nombre de
la carne más barata del país azteca. Uno de los más importantes fue la muerte
de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, notable escritor, periodista y
diplomático mexicano que se hizo llamar Amado Nervo y que llegó a ser una
gloria latinoamericana de la poesía.
En 1918, Amado Nervo recibió el nombramiento de ministro
plenipotenciario de México en Argentina y Uruguay simultáneamente, pero fijó su
residencia en el Parque Hotel de la Playa Ramírez de la capital uruguaya. Allí
fue donde un sábado 24 de mayo de 1919 murió de insuficiencia renal lejos de su
tierra mexicana.
Amado Nervo muy pequeño con su nana.
Amado Nervo muy pequeño con su nana.
Uruguay y todos los países de Latinoamérica se conmovieron ante la
muerte del poeta mexicano que recibió honores de Jefe de Estado siendo
designado por el parlamento uruguayo como "Príncipe de los poetas
continentales". Su velatorio se instaló en las escalinatas de la
Universidad de la República con la asistencia del Presidente uruguayo Baltasar
Brum y sus ministros. Tres días de Duelo Nacional enmarcaron las ceremonias y
su féretro fue llevado al Panteón Nacional donde permaneció un tiempo ya que
entre los honores dispuestos estaba la construcción de un ataúd-mausoleo de
mármol uruguayo. Una vez ejecutado el mismo y en otro día de duelo nacional, se
le llevó al puerto de Montevideo donde lo aguardaba el Crucero de guerra
“Uruguay”, buque insignia de la flota que lo conduciría custodiado por cadetes
de la Escuela Naval hasta su México natal. A la salida del puerto lo esperaba
un crucero argentino de la Escuela Naval, que seguía a la nave uruguaya. En
Río de Janeiro aguardaba el buque “Barroso” con los jóvenes navales brasileños,
también en Venezuela y Cuba se unen buques de guerra a acompañar al
poeta nayarita (originario del estado de Nayarit) hasta el puerto de Veracruz.
Concierto
del Sur de Manuel M. Ponce
En nota anterior decíamos del privilegio de que Uruguay haya acogido al
gran guitarrista Andrés Segovia durante y después de la Guerra Civil Española
porque su presencia atrajo a varias figuras de la música así como estrenos de
obras de compositores que de otra manera no hubieran llegado a Montevideo. Un
caso fue el estreno en 1939 del Concierto en re mayor para guitarra y orquesta
del compositor italiano Mario Castelnuovo-Tedesco que se realizó en Montevideo,
interpretado por Andrés Segovia y la Orquesta Sinfónica del SODRE.
Lamberto Baldi, Manuel M. Ponce y Andrés
Lamberto Baldi, Manuel M. Ponce y Andrés
El caso que ocupa esta nota fue otro estreno notable el 4 de octubre de
1941 del Concierto del Sur para guitarra y orquesta del músico zacatecano
(originario del estado de Zacatecas) Manuel María Ponce, interpretado por
Segovia y la Sinfónica del SODRE, dirigida por el director italiano Lamberto
Baldi y no por el mexicano como comúnmente se cree. En esa misma velada
musical Ponce sí dirigió tres de sus obras: Suite en estilo antiguo en versión
orquestal, Chapultepec y Poema elegíaco. Según las crónicas de la época el
éxito de la música de Ponce fue extraordinario. Este Concierto del Sur se
presentó inmediatamente en Buenos Aires y allí sí dirigió la orquesta el propio
Ponce además de interpretarse otras obras suyas como Ferial, Estampas nocturnas
y el Concierto para piano y orquesta.
Es de destacar que Ponce dudó mucho en escribir el Concierto del Sur
para su amigo Andrés Segovia por miedo a que la guitarra –con sonido tan íntimo–
no pudiera enfrentar a los “tutti” de la orquesta. Al respecto veamos un
testimonio que el propio Segovia dejó sobre la creación de este magnífico
concierto:
“Desde la primavera de 1926, los temas principales de esta obra ya
germinaban en el espíritu de Ponce, pero las circunstancias de mi vida errante,
que nos separaron por largos años, le impidieron continuarla y llevarla a su
fin. La obra esperó hasta que, venciendo miedos y dudas sobre la factibilidad
de escribir para guitarra con acompañamiento orquestal, Mario
Castelnuovo-Tedesco se adelantó a Ponce, completando su hermoso Concierto
en re mayor. El mismo Ponce dirigió la orquesta cuando toqué el concierto de
Castelnuovo-Tedesco en México, y esa inolvidable experiencia fue justo el
aliciente que el compositor mexicano necesitaba para exhumar y revivir sus
temas y trabajar en ellos con ardor. Cuando llegué a mi casa en Montevideo unas
semanas después, me esperaban ya los primeros frutos de su labor. Con esa
admirable paciencia que ennoblecía todas sus empresas, ya fueran mecánicas o
espirituales, Ponce escribió el concierto en el mejor papel aéreo y me lo
envió, una sección tras otra, para su prueba final en la indomable guitarra."
Cierro esta nota con un fragmento de la crítica musical que Ponce
realizara en mayo de 1923 en el diario El Universal con motivo del debut de
Segovia en México. El compositor mexicano compara a Segovia con el
violoncelista Pablo Casals y escribe que escuchar la guitarra de Segovia había
sido: "…experimentar una sensación de intimidad y bienestar hogareño,
evocar remotas y suaves emociones envueltas en el misterioso encanto de las
cosas pretéritas, es abrir el espíritu al ensueño y vivir unos momentos
deliciosos en un ambiente de arte puro..."
Sentados: Segovia, Paquita Madriguera (esposa de Segovia), Ponce y Eduardo Fabini.
Sentados: Segovia, Paquita Madriguera (esposa de Segovia), Ponce y Eduardo Fabini.