Después de haberme desahuciado los médicos del Hospital Militar de Uruguay por severos problemas al nacer, mis padres volvieron a la ciudad de Minas (Uruguay) al no encontrar una solución por parte de los pediatras militares. Allí consultaron con el médico militar de la ciudad, el Dr. Fortunato Omar Estrada y éste les recomendó que me llevaran con el Dr. Godofredo Fernándes.
Este formidable pediatra con apellido de origen portugués (por eso la s final) no solo manejaba la medicina emanada de sus estudios universitarios, sino la utilización de hierbas y hojas que complementaban sus tratamientos. “Lástima que es comunista” decía la gente ganada por los prejuicios que durante tantos años la prensa grande (diarios y radios) difundía a los uruguayos.
Debo decir que el anticomunismo promovido en Uruguay es único. Lo pude comprobar en México donde la gente no tiene ese prejuicio. Los políticos de centro y derecha de Uruguay abusaron de la credulidad de la gente contando las historias más terribles de que “los comunistas se comen a los niños crudos” y “si llegaran al gobierno les quitarían los niños a la gente para mandarlos a Rusia o a Cuba” y demás locuras que penetraban –por increíble que parezca– en las cabezas de los ciudadanos.
Usted, amigo lector, creerá que exagero, pero así era. Siempre se sustituía la argumentación política contra la izquierda por la más burda mentira que diera miedo. El Cuco en Uruguay (Coco en México) era el comunismo. Y el Dr. Fernándes …era… era… comunista (así, en voz muy bajita porque es una mala palabra) … ¡ay mamita!
¿Cuántos niños minuanos recibieron la atención médica de Godofredo? Imposible saberlo. Fueron muchísimos. Si los niños eran pobres (la mayoría) no les cobraba la consulta a los padres. Allá iba con su viejo auto Ford del 46 (estoy escribiendo sobre los años sesentas, eh) a realizar las visitas a cualquier lugar, por difícil que fuera el acceso. Su humanismo, su sensibilidad y un ojo clínico infalible resolvieron los problemas de salud de numerosos niños minuanos.
A mí me salvó la vida con guaco (enredadera medicinal) y otras hierbas. Y naturalmente de aquellas visitas a mi casa aprovechó para hablar con mis padres e inducirlos a una visión política más amplia y menos prejuiciosa. A su vez la lectura del Semanario Marcha por parte de mi padre jugaba un importante papel para acercarlo a la izquierda y, naturalmente, el Partido Nacional hizo “méritos” al alejarse sistemáticamente de las causas de la mayoría de la gente y comprometerse exclusivamente con la gente de mucho dinero.
En las elecciones de 1963 mi padre votó a la izquierda por primera vez y desde ese momento no abandonó las posiciones progresistas hasta sus últimos días. Nunca se afilió a ningún partido, pero ya retirado de la vida militar fue candidato a diputado por el Departamento de Lavalleja por el Frente Izquierda de Liberación (coalición liderada por el Partido Comunista del Uruguay).
Días atrás, un periodista del Semanario Arequita de la Ciudad de Minas, Uruguay, tuvo la amabilidad de hacerme una entrevista por internet y allí le contaba de las actividades de mi padre en el ámbito militar. Transcribo una parte de mi respuesta donde toqué este tema:
Lo que no es muy conocido es su papel como militar en la entonces Región Militar N° 4, hoy División de Ejército. La dictadura militar uruguaya lamentablemente ensució mucho la labor de los militares, pero a comienzos de los años sesentas mi padre –siendo subjefe de esa región militar que comprendía Lavalleja, Maldonado, Treinta y Tres, Cerro Largo y Rocha– miró mucho por la tropa que siempre vivió en malas condiciones. Así dedicó los campos militares ociosos, como el de aviación que está sobre las costas del Santa Lucía al oeste de Minas, a la cría de ganado y a la agricultura para ofrecer a los soldados carne y verduras a precios de costo de producción. Recuerdo la inauguración de la carnicería y luego de una panadería en el Batallón N° 11 de la avenida Artigas. No se me olvidan tampoco las actividades que encabezaba para juntar fondos para que los niños de los soldados tuvieran juguetes en el Día de Reyes. No faltaron los enemigos de estos proyectos puestos en marcha por un hombre sensible y así empezó la leyenda negra del “Koljós de Viglietti”, amañada acusación de que su condición de “comunista” hacía daño al ejército. No tardaron en quitarle el puesto de Subjefe de la Región 4 y dejarlo sin actividades militares porque “se preocupa más por conseguir un tractor que un tanque de guerra”.
Cédar Viglietti Ledesma, Noviembre de 2010.
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