Vivimos en un mundo muy complejo
donde el capitalismo salvaje –con
EEUU a la cabeza– campea
casi sin que nadie le ponga límites. Capitalismo que maneja a la inmensa
mayoría de los medios de comunicación con información “adecuada” a sus
intereses.
Muy pocos países contradicen las
opiniones de EEUU, ni siquiera México, a pesar de ser permanentemente agredido
por el gobierno de Trump, y quienes lo hacen pasan a ser casi países
“terroristas” y a ser sometidos a acusaciones mentirosas, pero abundantemente
repetidas por los medios internacionales y nacionales.
El mayor peligro es que EEUU y
sus aliados más fieles (Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Turquía, Polonia,
España, Canadá y Rumania dentro de la OTAN; Japón y Australia en el Pacífico,
Israel y Arabia Saudita en medio oriente, entre muchos países más) no actúan de
acuerdo a las opiniones de la ONU, sino que lo hacen al margen de cualquier legitimidad
u opiniones del conjunto de países en el mundo. Imponen su punto de vista y pretenden
crear un mundo unipolar de acuerdo a sus intereses de rapiña de las materias
primas del planeta.
Estos países provocan guerras
para aprovechar, además de la rapiña, la utilización de armas que ha pasado a
ser un gran negocio junto con las drogas, prostitución, petróleo y la banca. Y
donde no hay condiciones para una guerra… las crean, como pasó con Irak.
¡761 bases militares tienen los
países de la OTAN en el mundo! Y la mayoría son de EEUU alrededor de Medio
Oriente y Rusia.
El caso de Irak es bueno
recordarlo: “¡El régimen de Saddam Hussein tiene armas de exterminio masivo…!” gritaron
los países occidentales a coro. Esta mentira justificó una invasión, la
destrucción de un país, el asesinato en la horca de su presidente y el robo del
petróleo.
“Si bien el ejército
estadounidense ha puesto fin formalmente a la ocupación de Iraq, algunas de las
compañías petroleras más grandes de Occidente, como ExxonMobil, BP y Shell, se
quedaron.” (
www.aljazeera.com)
Esta realidad de Irak no quiere
decir que el régimen de Saddam Hussein era justo, equilibrado, popular y demás
adjetivos positivos que se quiera agregar. Era un régimen autoritario,
dictatorial, perseguidor de los chiítas, comunistas y del pueblo kurdo, sin
dudas; pero era un problema que solamente los iraquíes debían solucionarlo, y
no EEUU para aprovechar a meter sus empresas para reconstruir el país que
destruyeron y robar su petróleo. (Ver
http://www.mundoarabe.org/la_reconstrucci%C3%B3n_de_iraq.htm
)
La situación en Siria es
decididamente distinta, aunque tiene a un personaje autoritario y también
perseguidor de la oposición a su régimen, como lo es Bashar al Assad. Siria
tiene mucho menos petróleo que Irak, pero es una piedra en el zapato de EEUU en
sus intenciones de conquistar al Medio Oriente petrolero, en especial a la
tercera mayor reserva mundial de petróleo que se les enfrenta: Irán. El imperio norteamericano necesita países
aliados que rodeen a Irán (léase “carne de cañón”) y ya tiene a Irak,
Afganistán, Turquía, Arabia Saudita, Israel, etc.).
La “guerra civil” en Siria tiene
a los mismos actores que en Irak (EEUU y sus aliados), más un invitado
indeseado: Rusia.
Resulta muy esclarecedora la
opinión de un analista independiente, Antony Cartalucci en el portal New
Eastern Outlook, de la cual extracto algunos fragmentos:
La realidad del conflicto sirio se
ha tergiversado en la prensa occidental, que lo ha calificado de guerra civil
cuando en realidad no lo es. Todo este conflicto ha sido dirigido y alimentado
desde fuera de Siria.
Y si bien hay un número
significativo de sirios colaborando con esta conspiración criminal, los agentes
principales que impulsan el conflicto son extranjeros. Incluyen intereses
especiales de los Estados Unidos, de Europa, y de actores regionales como Turquía,
Arabia Saudita, Qatar e Israel.
Siria está lejos de ser un
conflicto aislado. El interés de Estados Unidos en la división y la destrucción
de Siria forma parte de una agenda mucho más amplia al servicio de sus
aspiraciones, tanto en la región como a nivel mundial. La división y la
destrucción de Siria como estado-nación soberana y funcional, se entiende como
un punto de partida previo a la conquista de Irán.
EL OBJETIVO DE EEUU: EMPEZAR UNA
GUERRA REGIONAL MÁS AMPLIA
Reuters ha publicado recientemente
un artículo de opinión titulado, “La esperanza de Siria puede ser tan
tenue como lo fue la de Bosnia”, que sostiene que la única manera de que
los EEUU puedan cooperar con Rusia en relación a Siria, es si todos los
implicados se ponen de acuerdo en debilitar y fragmentar Siria.
Si este esquema les suena
familiar, es porque este artículo de opinión fue escrito por Michael O’Hanlon,
miembro de la Brookings Institution, un think-tank financiado por grandes
corporaciones que, en parte, han ayudado a diseñar el caos que ahora consume
Oriente Medio y el Norte de África.
O’Hanlon publicó anteriormente un
artículo titulado, “Desconstruyendo Siria: Una nueva estrategia para la
guerra más desesperada de América”, en la que también pide la división y
destrucción de Siria.
En ella, O’Hanlon pide el
establecimiento de “zonas seguras”, la invasión y ocupación del territorio
sirio por parte de fuerzas especiales de Estados Unidos, Europa y las
monarquías del Golfo Pérsico, la relajación de los criterios utilizados para
financiar abiertamente a lo que esencialmente son los grupos terroristas que
operan en Siria y convertir abiertamente el derrocamiento del gobierno sirio
actual en una prioridad, a la vez que se libra la supuesta lucha estadounidense
contra el llamado “Estado Islámico” (ISIS / ISIL). (…)
Pero ninguno de estos métodos
traicioneros debería resultar impactante. Al fin y al cabo, O’Hanlon es también
coautor de un informe de la Brookings Institution del año 2009 titulado: “¿Qué
camino seguir hacia Persia? Opciones para una nueva estrategia estadounidense
hacia Irán”.
En esta conspiración criminal
firmada y fechada, O’Hanlon propone métodos encubiertos para derrocar al
gobierno iraní con turbas apoyadas por Estados Unidos y reforzadas con
militantes armados; el uso de organizaciones terroristas extranjeras para
librar una guerra contra Irán, la provocación de una guerra abierta con Irán, y
el uso de Israel para atacar unilateralmente a Irán primero, antes de empujar a
EEUU a una guerra inevitable poco después. Todo ello descrito con gran detalle
lo largo de un informe de 156 páginas. (…)
El artículo de opinión de O’Hanlon
es escalofriante. En él se afirma:
“Assad es responsable de matar a
la mayoría de los 250.000 sirios que han muerto en la guerra civil hasta la
fecha y de causar la mayor parte del desplazamiento masivo y del flujo de
refugiados”
Es escalofriante porque fue el
propio O’Hanlon el que en su artículo para la Brookings Institution abogaba por
la destrucción que ha consumido a Siria para después poder atacar a Irán. Sin
embargo, culpa al gobierno de Assad por el caos que gente como él han ayudado a
crear, lo que ilustra la depravación y la falta de honradez de los poderes
occidentales.
Sin embargo, ni O’Hanlon, ni la
Brookings Institution son los únicos responsables de la muerte y la destrucción
que Siria está sufriendo, ni de la que han sufrido anteriormente Libia o Irak.
Ellos solo son parte de una maquinaria mucho más grande.
Para comprender el alcance de esa
máquina, hay que mirar quien financia a gente como O’Hanlon o la Brookings
Institution. De esta manera, podremos conocer la fuente original que impulsa el
caos en Siria.
El informe anual de 2014 de la
Brookings Institution, revela, entre muchos otros, los siguientes
patrocinadores del mundo de las grandes finanzas: JP Morgan Chase & amp Co,
Bank of America, Goldman Sachs, State Farm, MetLife y GEICO.
Del mundo de las empresas
armamentísticas, sus patrocinadores son: General Electric, Northrop Grumman, y
Raytheon.
De las telecomunicaciones:
Comcast, Google, Facebook, AT & T y Verizon.
De las petroleras: Exxon, Chevron,
ConocoPhillips, British Petroleum y Shell.
Hasta aquí estas sensatas e
informadas reflexiones de Antony Cartalucci que muestran conocimientos
profundos de los planes de EEUU en Medio Oriente y que seguramente permitirán a
muchos lectores entender lo que pasa en Siria.
Pero falta una pregunta muy
importante: ¿Por qué interviene Rusia en Siria y apoya a Bashar al Assad?
Dejo nuevamente a Antony
Cartalucci:
La participación de Rusia en Siria
está ligada al propio instinto de autoconservación de Rusia. Moscú
probablemente entiende que un “acuerdo” en Siria es un término equívoco, y que
el colapso de Siria como Estado-Nación será sólo uno de varios eventos en una
reacción en cadena que afectará primero a los países a lo largo de las
fronteras de Rusia, y después se extenderá al interior de sus propias
fronteras.
En fin, creo que estas
reflexiones de este analista radicado en Thailandia son suficientemente claras
para entender quiénes están detrás de la guerra en Siria y cuáles son sus
intereses reales, mucho más allá de lo que dicen los grandes medios.
No se trata de apoyar a Assad o a
Putin, que tienen virtudes y defectos por igual, sino de defender a un mundo
multipolar, sin manipulaciones mediáticas de unos pocos países militarmente muy
poderosos. En este enfrentamiento entre EEUU y sus aliados y los países que
defienden la multipolaridad, no debemos ser ingenuos, el orden unipolar
occidental engendra una dependencia servil entre todos aquellos que se rinden a
él y trata de destruir a todos aquellos que intentan evitarlo.
El multipolarismo apunta
directamente a la fuente de la hegemonía global occidental: el complejo financiero-político-militar
que lo sostiene. El multipolarismo enfatiza la soberanía nacional y un balance
global descentralizado del poder.
Si se salva la integridad de
Siria, se prevendrá a otras naciones de sufrir el mismo destino. Entiendo que
esta tarea no es nada fácil y las posibilidades de lograrlo son –lamentablemente– mínimas, porque las
corporaciones que financian estos trabajos aborrecibles como los de la
Brookings Institution, gozan de total impunidad, inmensa riqueza, y de una
influencia y poder casi ilimitados.
Todo indica que los norteamericanos han olvidado
las palabras de su presidente Dwight D. Eisenhower (que no era ningún angelito) en su discurso de despedida
a la nación, el 17 de enero de 1961, cuando advirtió:
“Nuestro
trabajo, los recursos y los medios de subsistencia son todo lo que tenemos; así
es la estructura misma de nuestra sociedad. En los consejos de gobierno,
debemos evitar la compra de influencias injustificadas, ya sea buscadas o no,
por el complejo industrial-militar. Existe el riesgo de un desastroso
desarrollo de un poder usurpado y [ese riesgo] se mantendrá. No
debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras
libertades o los procesos democráticos”.