miércoles, 21 de noviembre de 2012

SANTA CECILIA Y EL DÍA DE LA MÚSICA


Santa Cecilia, con el ángel y el láud

Cecilia tocando el laúd acompañada por un ángel.

Historia verdadera con un poquito de humor.

Los músicos festejamos el 22 de noviembre el Día de la Música ya que la Iglesia Católica y la Ortodoxa celebran a Santa Cecilia que ha quedado en el calendario cristiano como Patrona de la Música.
Cecilia fue una joven romana de confusísima historia que en realidad nada tuvo que ver con la música y que vivió –aparentemente– entre los años 180 y 230 después de Cristo. Cuanto más se intenta investigar sobre la vida de esta joven más confusa se hace su historia al extremo de que se puede dudar de su existencia. Por una parte se habla de una tal Cecilia martirizada y muerta en la isla de Sicilia, muy al sur para ser tomada en cuenta; también se habla de una Cecilia africana pero como se corre el riesgo de que haya sido negra y eso a la iglesia no le gusta… mejor abandonemos estas pistas y vayamos a otras más al norte.

Dos versiones contradictorias y sin mayor documentación concurren para hablarnos de esta romana que vivió –siempre aparentemente– en los tiempos del emperador Marco Aurelio. Una versión sencilla y de bajo perfil nos cuenta que Cecilia, muchacha de un barrio romano, se había enamorado de un joven de nombre Valeriano y estaba lista para casarse con él. Pero hete aquí que Valeriano tenía un hermano de nombre Tiburcio, enamorado también de Cecilia y que no estaba dispuesto a consentir el matrimonio de la joven, por lo que en un ataque severo de celos mata a la muchacha romana para evitar su casamiento. No es difícil imaginar que luego de cometido el crimen Valeriano se enfrentara a su propio hermano y terminaran ambos muertos cerrándose así una más de tantas tragedias amorosas muy de los italianos... perdón… romanos.
Santa Cecilia con viola da gamba
Cecilia ahora con una viola da gamba.

Hay otra versión, ésta mucho más noble y donde se asoma la mano de la Iglesia Católica que rápidamente retoca algunos detalles y compone una fea situación mundana en una historia de buena progenie de la cual nadie se puede avergonzar. Claro, esta nueva y digna historia no se hace de la noche a la mañana. No, no, no. La Iglesia necesitó más de 300 años para pulir el guión y así en el año 480 –aproximadamente– saca a luz un texto titulado “Actas de santa Cecilia” donde se aclara cualquier tipo de dudas y aparece con todo su brillo la nobleza de la joven romana que los músicos reclamábamos. Para mejor disfrute de este santo guión copio y pego de Wikipedia un par de párrafos de las referidas actas que no tienen desperdicio:

Según este texto, Cecilia había sido una virgen de una familia senatorial romana de los Metelos, que se había convertido al cristianismo desde su infancia. Sus padres la dieron en matrimonio a un noble joven pagano, Valerius («Valeriano»). Cuando, tras la celebración del matrimonio, la pareja se había retirado a la cámara nupcial, Cecilia dijo a Valeriano que ella había entregado su virginidad a Dios y que un ángel celosamente guardaba su cuerpo; por consiguiente, Valeriano debía tener el cuidado de no violar su virginidad. Valeriano pidió ver al ángel, después de lo cual Cecilia lo envió junto a la tercera piedra miliaria de la vía Apia, donde debía encontrarse con el papa Urbano I. El diálogo, según la tradición, transcurrió así:
Cecilia: Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio, si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí.
Valeriano: Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides.
Cecilia: Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo, verás al ángel.
Valeriano obedeció y fue al encuentro de Urbano, el papa lo bautizó y Valeriano regresó como cristiano ante Cecilia. Entonces se apareció un ángel a los dos y los coronó como esposos con rosas y azucenas. Cuando Tiburcio, el hermano de Valeriano, se acercó a ellos, también fue convertido al cristianismo y a partir de entonces vivió con ellos en la misma casa, en completa pureza.

Ay, amigos lectores, les juro que hago un esfuerzo para no comentar nada de este trío tan virtuoso.

Cecilia con un laúd teorbe

Pero sigamos porque la historia de la Iglesia católica no termina aquí sino que continúa con la persecución, martirio y muerte de estos tres tristes muchachos a cargo del prefecto Turcio Almaquio. Nuevamente retomo a Wikipedia que a su vez retoma otra parte de las “Actas de santa Cecilia”, para no perdernos detalles porque se viene un climax de violencia y crueldad que ninguna película de terror de hoy lograría igualar:

El prefecto Turcio Almaquio condenó a ambos hermanos a la muerte. El funcionario del prefecto, Máximo, fue designado para ejecutar la sentencia. Pero se convirtió al cristianismo y sufrió el martirio con los dos hermanos. Cecilia enterró sus restos en una tumba cristiana. Luego la propia Cecilia fue buscada por los funcionarios del prefecto. Fue condenada a morir ahogada en el baño de su propia casa. Como sobrevivió, la pusieron en un recipiente con agua hirviendo, pero también permaneció ilesa en el ardiente cuarto. Por eso el prefecto decidió que la decapitaran allí mismo. El ejecutor dejó caer su espada tres veces pero no pudo separar la cabeza del tronco. Huyó, dejando a la virgen bañada en su propia sangre. Cecilia vivió tres días más, dio limosnas a los pobres y dispuso que después de su muerte su casa debía dedicarse como templo. El papa Urbano I la enterró en la catacumba del papa Calixto I (155-222), donde se sepultaban los obispos y los confesores.
La Enciclopedia Católica señala que el relato en sí no tiene valor histórico; es un romance pío, como tantos otros recopilados en los siglos V y VI. En cambio, la existencia de los tres mártires mencionados es un hecho histórico.
Bueno, amigos músicos, quedémonos tranquilos porque la Enciclopedia Católica nos asegura que la existencia de los tres mártires es un hecho histórico y consolémonos que Cecilia no era de esas muchachas que perdían la cabeza así nomás y que a pesar de la terrible situación tuvo el tino de dar limosna a los pobres…

Ejecución de Santa Cecilia
Ejecución de Cecilia.

¿Y la música dónde queda?

Ah, bueno… la música se deriva de un perdonable error de traducción de esas famosas “Actas de santa Cecilia” donde en un momento se habla de que Cecilia, en pleno sufrimiento de su martirio, le cantaba a Dios con un “instrumento”. Un traductor piadoso y quizá músico creyó ver en el texto original en latín a un órgano, ese bello instrumento musical de teclado, cuando en realidad se trataba de un “instrumento de tortura” a la que era sometida la joven romana.

Pero bueno… los músicos no somos muy exigentes y nos acomodamos a lo que hay, que no es tan malo, no vaya a ser que nos cambien de patrona y terminemos con otra que nos salga peor. Además, de estos hechos relatados en las “Actas de santa Cecilia” pasaron más de mil años hasta que el papa Gregorio XIII, en el año 1594, la canonizó y le dio oficialmente el nombramiento, por «haber demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música». A ver señores: ¿quién se atreve a cambiar estas palabras de aquel preclaro santo padre? Nadie, ¿verdad? Así que hoy, 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, festejamos el Día de la Música y sanseacabó.

martes, 6 de noviembre de 2012

RETAZOS CON HUESO


Andrés Segovia

Cuando el guitarrista español Andrés Segovia vivió en Montevideo, entre 1937 y 1946, ofreció –para disfrute de los uruguayos– numerosos conciertos en el país. En una oportunidad interpretó una obra española a gran velocidad que asombró al público acostumbrado a oírla mucho más lenta. Al terminar el concierto, un crítico de música de un conocido periódico lo esperó al final del concierto y sin mayor prudencia le descerrajó una pregunta que tenía más tono de crítica que de interrogación:
–Maestro, ¿por qué toca usted tan rápido esa pieza española?
Al instante y sin pensarlo dos veces el guitarrista español contestó:
–¡Porque puedo!

Andrés Segovia

Miguel Aceves Mejía en Uruguay

En Uruguay, el más famoso cantante mexicano por los años 50´s y 60´s fue sin duda Miguel Aceves Mejía. Ni Pedro Infante ni Jorge Negrete alcanzaban la popularidad que el “Rey del falsete” tenía en el pequeño país del Plata. La explicación de este fenómeno de popularidad se debía a que la esposa de Aceves Mejía, Rita Martínez, era argentina y el cantante iba con frecuencia a ese país a diversas presentaciones acompañadas siempre de un gran éxito. Llegó incluso a tener una buena amistad con el entonces presidente argentino Juan Domingo Perón.
En una oportunidad cruza el Río de la Plata y emprende una pequeña gira por Montevideo y Salto, ciudad al noroeste de Uruguay. En un avión DC 3 parte de Montevideo a Salto haciendo una escala técnica en Tacuarembó, departamento del centro del país. La gente de Tacuarembó se enteró de esta escala donde viajaba Aceves Mejía y se aglomeró en la pista de pasto donde bajaría el avión para solicitarle al cantante mexicano que les interpretara alguna canción. Miguel, en una demostración de sencillez y cariño por el público uruguayo se bajó del avión con su mariachi y a la sombra de una de las alas de la aeronave, sin micrófono y al aire libre deleitó con su voz a los cientos de asistentes que agradecieron con gritos y aplausos las canciones del cantante nacido en Chihuahua.

Miguel Aceves Mejía

La muerte de Amado Nervo

A pesar de la distancia tan grande entre México y Uruguay ha habido acontecimientos que unieron a estos dos países que han marcado mi vida y han dado motivos para esta breve crónica de “retazos con hueso”, popular nombre de la carne más barata del país azteca. Uno de los más importantes fue la muerte de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, notable escritor, periodista y diplomático mexicano que se hizo llamar Amado Nervo y que llegó a ser una gloria latinoamericana de la poesía.
En 1918, Amado Nervo recibió el nombramiento de ministro plenipotenciario de México en Argentina y Uruguay simultáneamente, pero fijó su residencia en el Parque Hotel de la Playa Ramírez de la capital uruguaya. Allí fue donde un sábado 24 de mayo de 1919 murió de insuficiencia renal lejos de su tierra mexicana.

Amado Nervo de meses en brazos de su nana.
Amado Nervo muy pequeño con su nana.

Uruguay y todos los países de Latinoamérica se conmovieron ante la muerte del poeta mexicano que recibió honores de Jefe de Estado siendo designado por el parlamento uruguayo como  "Príncipe de los poetas continentales". Su velatorio se instaló en las escalinatas de la Universidad de la República con la asistencia del Presidente uruguayo Baltasar Brum y sus ministros. Tres días de Duelo Nacional enmarcaron las ceremonias y su féretro fue llevado al Panteón Nacional donde permaneció un tiempo ya que entre los honores dispuestos estaba la construcción de un ataúd-mausoleo de mármol uruguayo. Una vez ejecutado el mismo y en otro día de duelo nacional, se le llevó al puerto de Montevideo donde lo aguardaba el Crucero de guerra “Uruguay”, buque insignia de la flota que lo conduciría custodiado por cadetes de la Escuela Naval hasta su México natal. A la salida del puerto lo esperaba un crucero argentino de la Escuela Naval, que seguía a la nave uruguaya. En Río de Janeiro aguardaba el buque “Barroso” con los jóvenes navales brasileños, también en Venezuela y Cuba  se unen buques de guerra a acompañar al poeta nayarita (originario del estado de Nayarit) hasta el puerto de Veracruz.

Amado Nervo

Concierto del Sur de Manuel M. Ponce

En nota anterior decíamos del privilegio de que Uruguay haya acogido al gran guitarrista Andrés Segovia durante y después de la Guerra Civil Española porque su presencia atrajo a varias figuras de la música así como estrenos de obras de compositores que de otra manera no hubieran llegado a Montevideo. Un caso fue el estreno en 1939 del Concierto en re mayor para guitarra y orquesta del compositor italiano Mario Castelnuovo-Tedesco que se realizó en Montevideo, interpretado por Andrés Segovia y la Orquesta Sinfónica del SODRE.

Los protagonistas del concierto.
Lamberto Baldi, Manuel M. Ponce y Andrés

El caso que ocupa esta nota fue otro estreno notable el 4 de octubre de 1941 del Concierto del Sur para guitarra y orquesta del músico zacatecano (originario del estado de Zacatecas) Manuel María Ponce, interpretado por Segovia y la Sinfónica del SODRE, dirigida por el director italiano Lamberto Baldi y no por el mexicano como comúnmente se cree. En esa misma velada musical Ponce sí dirigió tres de sus obras: Suite en estilo antiguo en versión orquestal, Chapultepec y Poema elegíaco. Según las crónicas de la época el éxito de la música de Ponce fue extraordinario. Este Concierto del Sur se presentó inmediatamente en Buenos Aires y allí sí dirigió la orquesta el propio Ponce además de interpretarse otras obras suyas como Ferial, Estampas nocturnas y el Concierto para piano y orquesta.
Es de destacar que Ponce dudó mucho en escribir el Concierto del Sur para su amigo Andrés Segovia por miedo a que la guitarra –con sonido tan íntimo– no pudiera enfrentar a los “tutti” de la orquesta. Al respecto veamos un testimonio que el propio Segovia dejó sobre la creación de este magnífico concierto:
“Desde la primavera de 1926, los temas principales de esta obra ya germinaban en el espíritu de Ponce, pero las circunstancias de mi vida errante, que nos separaron por largos años, le impidieron continuarla y llevarla a su fin. La obra esperó hasta que, venciendo miedos y dudas sobre la factibilidad de escribir para guitarra con acompañamiento orquestal, Mario Castelnuovo-Tedesco se adelantó a Ponce, completando su hermoso Concierto en re mayor. El mismo Ponce dirigió la orquesta cuando toqué el concierto de Castelnuovo-Tedesco en México, y esa inolvidable experiencia fue justo el aliciente que el compositor mexicano necesitaba para exhumar y revivir sus temas y trabajar en ellos con ardor. Cuando llegué a mi casa en Montevideo unas semanas después, me esperaban ya los primeros frutos de su labor. Con esa admirable paciencia que ennoblecía todas sus empresas, ya fueran mecánicas o espirituales, Ponce escribió el concierto en el mejor papel aéreo y me lo envió, una sección tras otra, para su prueba final en la indomable guitarra."
Cierro esta nota con un fragmento de la crítica musical que Ponce realizara en mayo de 1923 en el diario El Universal con motivo del debut de Segovia en México. El compositor mexicano compara a Segovia con el violoncelista Pablo Casals y escribe que escuchar la guitarra de Segovia había sido: "…experimentar una sensación de intimidad y bienestar hogareño, evocar remotas y suaves emociones envueltas en el misterioso encanto de las cosas pretéritas, es abrir el espíritu al ensueño y vivir unos momentos deliciosos en un ambiente de arte puro..." 

Después del concierto.
Sentados: Segovia, Paquita Madriguera (esposa de Segovia), Ponce y Eduardo Fabini.